El Foro Económico Mundial (WEF), también conocido como Foro de Davos, es uno de los eventos más influyentes del mundo. Cada año, reúne a los líderes más poderosos del planeta para discutir los problemas globales y buscar soluciones conjuntas. Este año, el tema central fue la inteligencia artificial (IA).
El Foro es una iniciativa que reúne a líderes mundiales, expertos, empresarios y activistas para debatir y proponer soluciones a los grandes desafíos de la humanidad. Entre ellos, destaca el papel de la inteligencia artificial (IA) como una herramienta de transformación y progreso, pero también de riesgos y dilemas éticos.
El Foro tiene sus defensores y sus críticos. Unos lo ven como un espacio de encuentro y solución, otros como un club de privilegiados e intereses. El Foro puede ser una oportunidad para dialogar, aprender y colaborar en la construcción de un futuro mejor para todos. Nos guste o no, es necesario que las personas se reúnan a conversar. No toda reunión de líderes es una conspiración. ¿O sí?
La IA es una de las fuerzas más disruptivas de nuestro tiempo. Tiene el potencial de mejorar la salud, la educación, la seguridad, la economía y el medio ambiente. Pero también plantea grandes desafíos éticos, sociales y políticos. ¿Cómo podemos asegurarnos de que la IA sea beneficiosa para la humanidad y no se convierta en una amenaza? ¿Cómo podemos garantizar que la IA respete los derechos humanos, la privacidad y la democracia? ¿Cómo podemos evitar que la IA aumente las desigualdades, la discriminación y la polarización?
La IA es una oportunidad y una responsabilidad
La primera lección que me dejó el Foro es que la IA es una oportunidad y una responsabilidad. La IA ofrece enormes oportunidades para mejorar el bienestar de las personas y el planeta. Por ejemplo, la IA puede ayudar a combatir el cambio climático, al optimizar el uso de los recursos naturales, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y monitorear los efectos del calentamiento global. La IA también puede contribuir a la inclusión financiera, al facilitar el acceso a servicios bancarios, créditos y remesas, especialmente para las poblaciones más vulnerables y marginadas. La IA puede impulsar la innovación y el crecimiento económico, al crear nuevos productos, servicios y mercados, y generar empleos de mayor calidad y valor añadido.
Pero la IA también implica una gran responsabilidad. La IA puede tener efectos negativos e imprevistos, si no se regula y se supervisa adecuadamente. Por ejemplo, la IA puede generar desempleo, al reemplazar a los trabajadores humanos por máquinas más eficientes y baratas. La IA también puede amenazar la seguridad, al ser utilizada con fines maliciosos, como el ciberataque, el espionaje o la guerra. La IA puede socavar la confianza, al generar desinformación, falsificaciones y manipulación, que pueden afectar a la opinión pública, la democracia y los derechos humanos.
Por eso, es necesario que la IA se desarrolle y se aplique con principios éticos, sociales y legales. Es necesario que la IA sea transparente, explicable y auditable, para que se pueda entender cómo funciona y cómo toma decisiones. Es necesario que la IA sea justa, equitativa y no discriminatoria, para que no reproduzca ni amplifique los sesgos y las brechas existentes. Es necesario que la IA sea segura, confiable y robusta, para que no falle ni cause daños. Y es necesario que la IA sea participativa, inclusiva y democrática, para que responda a las necesidades y los intereses de las personas y las comunidades.
La IA requiere una gobernanza global y multilateral
La segunda lección que me dejó el Foro es que la IA requiere una gobernanza global y multilateral. La IA es una tecnología transversal y transnacional, que afecta a todos los sectores y a todos los países. Por eso, no basta con que cada país o cada empresa establezca sus propias normas y estándares sobre la IA. Se necesita una coordinación y una cooperación internacionales, para garantizar que la IA se use de manera ética, responsable y sostenible.
En el Foro de Davos, se presentaron varias iniciativas y propuestas para crear un marco global de gobernanza de la IA. La Unión Europea presentó su propuesta de regulación de la IA, que busca crear un mercado único digital y proteger los valores y los derechos fundamentales de los ciudadanos. La UNESCO anunció que está elaborando una recomendación sobre la ética de la IA, que busca establecer los principios y los valores universales que deben guiar el desarrollo y el uso de la IA.
Estas iniciativas son importantes y necesarias, pero no suficientes. Se requiere una mayor participación y un mayor consenso de todos los actores involucrados en la IA, incluyendo a los gobiernos, las empresas, la academia, la sociedad civil y los usuarios. Se requiere una mayor armonización y una mayor convergencia de los diferentes marcos y estándares existentes, para evitar la fragmentación y la competencia. Y se requiere una mayor implementación y una mayor rendición de cuentas, para asegurar que las normas y los compromisos se cumplan y se respeten.
La IA es una herramienta y no un fin
La tercera lección que me dejó el Foro es que la IA es una herramienta y no un fin. La IA es una tecnología poderosa y versátil, que puede hacer muchas cosas, pero no puede hacerlo todo. La IA no puede reemplazar ni superar a la inteligencia humana, sino que debe complementarla y potenciarla. La IA no puede resolver todos los problemas del mundo, sino que debe enfocarse en los problemas que realmente importan. La IA no puede determinar ni imponer los fines que se persiguen, sino que debe alinearse con los fines que se eligen.
En el Foro de Davos, se discutió sobre el papel y el propósito de la IA, y se reflexionó sobre los límites y los desafíos de la IA. Por ejemplo, se habló de la IA generativa, una rama de la IA que puede crear contenidos originales, como textos, imágenes, audios o videos, a partir de datos o instrucciones. La IA generativa puede tener aplicaciones positivas, como la educación, el entretenimiento o la creatividad. Pero también puede tener aplicaciones negativas, como la desinformación, las falsificaciones o la piratería. ¿Cómo podemos distinguir entre lo real y lo artificial? ¿Cómo podemos proteger los derechos de autor y la propiedad intelectual? ¿Cómo podemos fomentar la calidad y la veracidad de los contenidos?
Conclusión
Cuando los poderosos se juntan, muchos sospechan que traman algo malo. Piensan que solo quieren aprovecharse de la gente común. Pero me gustaría pensar que no todos los que tienen poder son malos. Quizás algunos quieren hacer el bien y ayudar al mundo. Y para eso, a veces necesitan hablar con otros líderes, de empresas o de gobiernos. Porque los problemas que enfrentamos son grandes y complejos. Y solo los podemos resolver si trabajamos juntos, con respeto y confianza. AI es un tema que necesita ser debatido por todos.
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