Si bien la semana pasada me puse mi traje anarquista, en esta oportunidad le agregaré un toque fatalista. Y si, leyeron bien, estoy afirmando que Bitcoin no es el futuro. ¿Estoy exagerando? Es muy probable y también es muy posible que esto solo sea el pensamiento que viene cuando ya tienes 3 semanas solo encerrado por la cuarentena, pero bueno, es lo que hay.
¿Cómo se me ha ocurrido decir semejante blasfemia en un Viernes Santo? Debo decir que para mí no es fácil poder afirmar que Bitcoin no es el futuro y que, de hecho, me gustaría ni considerarlo, pero es lo que tenemos. La sociedad que tenemos hoy en día no está (ni estará) interesada en su mayoría en Bitcoin.
¿En qué me baso para dar tal afirmación? Simple, en el comportamiento social que podemos ver a nuestro alrededor. Estamos en una sociedad que no valora en lo más mínimo su privacidad. Principalmente las generaciones venideras (y las no tan venideras también), están ambicionando cada vez más ser públicos y notorios.
La manía de los Reality Shows ha hecho que todos nos creamos celebridades públicas, pero no somos celebridades, solo somos ¡públicos!
Las personas han perdido el sentido de la privacidad.
La sociedad nos ha inculcado que, si no tienes nada que ocultar, no debes temer a que tu vida sea pública. Y nos guste o no, la millonada que factura Facebook y Google, junto a los millones de usuarios de Twitter, TikTok e Instagram, nos confirman que cada vez hay más gente creyéndose tal afirmación
Escándalos como el de Facebook con Cambridge Analytica en donde la sociedad, más allá de una indignación inicial, no demostró ningún tipo de cambio en sus patrones de consumo, dejan ver que no les importa su privacidad.
Tal vez podamos pensar que la gente no entiende el alcance de lo que hacen con sus datos y de cómo su privacidad está siendo totalmente vulnerada… Me temo que si lo entienden y la verdad es que no les importa.
Hablamos con extraños, subimos todo tipo de fotos personales, contamos nuestras vidas y pensamos que las RRSS son nuestro diario. Díganme, ¿Cómo encaja un dinero incensurable e inconfiscable en medio de esta retorica? Simplemente no tiene sentido.
Siempre que hablamos de la generación Z y de los Millennials decimos que son la mejor generación para Bitcoin porque están altamente digitalizados, pero terminamos obviando completamente que estamos frente a una generación que cada día tiene menos pertenencia hacia lo que es la intimidad.
Bitcoin es solo una solución digital que será ponderada mientras llega una opción más “cómoda” pero menos privada.
No soy el único que lo piensa. Brian Armstrong también lo tiene claro. Su visión es que entre el 2020 al 2030 tendremos una Blockchain con 1.000 millones de usuarios. ¿Suena bien no? La cuestión es que será una Blockchain privada. Nada de consenso público. Nada de nodos democráticos que supervisan la red. Nada del “dinero del pueblo”.
¿Qué hacemos entonces?
Con todo lo que he escrito seguro piensas que estoy loco por ir a botar mis satoshis y la verdad es que no, cada día que pasa entiendo que debemos apreciarlos más.
¿Por qué me interesó por algo que digo que no será el futuro? Simple, porque si bien Bitcoin no es el futuro, será la mejor respuesta para el futuro que se viene.
En medio de una sociedad interconectada y cada vez más vigilada, las expectativas que se vislumbran no son nada positivas. Viviendo el experimento social más grande que se ha hecho en la historia de la humanidad, estamos siendo testigos de cómo la cuarentena y el coronavirus pueden limitar en su mínima expresión los derechos y libertades de la gente. Un peligro puede coartar tus derechos, siempre y cuando se prevalezca el bien común.
Mientras los Estados continuan evaluando nuestros límites, vamos viendo como también construyen sus propuestas de monedas digitales. Monedas privadas que buscarán digitalizar y “copiar” el camino que ya ha hecho Bitcoin, pero con mucho más control.
Ante este escenario, los maximalistas se detienen a pensar que es imposible, que las monedas digitales de los Estados jamás podrán copiar a Bitcoin… Pero hay que ser realistas.
La Matrix
“La Matrix es un sistema, Neo. Ese sistema es nuestro enemigo. Pero cuando estás dentro, miras a tu alrededor, ¿qué ves? Hombres de negocios, maestros, abogados, carpinteros. Las mentes de la gente que intentamos salvar. Pero hasta que lo hagamos, esta gente sigue siendo parte de ese sistema y eso los convierte en nuestro enemigo. Tienes que entender que la mayoría de estas personas no están listas para ser desconectadas. Y muchos de ellos están tan acostumbrados, tan desesperadamente dependientes del sistema, que lucharán para protegerlo.”
Mientras que la Matrix es el sistema financiero conocido, Bitcoin es más como Zion. Un lugar inhóspito, subterráneo, donde no pega el sol y tienen para tomar un licor que también puede ser usado como disolvente. A pesar de ser el último lugar de la tierra que es real, las personas preferirán estar en la Matrix porque es más placentera.
La mayoría de las personas no están preparadas (ni quieren estarlos) para un sistema descentralizado. El sistema centralizado les brinda comodidad, seguridad, memes y galletitas los fines de semana. Todo lo que quieren.
¿Pero sabes que puedes hacer en Zion? Puedes actuar por ti mismo. No te supervisan máquinas que viven a partir de tu fuerza vital y puedes entender la realidad tal y como es.
Lo mismo sucede con Bitcoin. A pesar de ser un sistema un tanto incomodo, limitado y a veces obstinante, es el único lugar en donde tu dinero puede estar lejos del control de los Estados y de los Bancos. Eres tú y tu dinero, tu dinero y tú. Es nuestro Zion.
¿Será Zion el destino final de la humanidad? No lo creo.
¿Dejaremos de pelear por Zion? Jamás.
¿Buscaremos que más personas lleguen a Zion? Mientras de nosotros dependa, seguiremos ofreciendo la píldora roja y azul.
Bitcoin o los bancos. Tú decides.
Bitcoin definitivamente no será el futuro, pero será la mejor respuesta que podamos hallar al futuro distópico en la Matrix que se nos avecina.
Los puntos de vista, pensamientos y opiniones expresados aquí son sólo del autor y no necesariamente reflejan o representan los puntos de vista y opiniones de Cointelegraph.