Cuando hablamos de dinero, la unidad es importante. Después de todo, el dinero es una forma de organización. Una mejor organización requiere universalidad. Por otro lado, las distintas monedas son una forma de caos. En cierto modo, es una vuelta al tribalismo prehistorico. Los países buscan eliminar la fragmentación con un idioma común buscando el entendimiento universal. De la misma manera, se busca un dinero común para un mejor intercambio comercial. Por estas y tantas razones, los estados mantienen un monopolio del dinero. ¿Pueden Bitcoin y Ethereum convivir en el mismo universo? ¿Son rivales? ¿Son complementos? ¿Son peras y manzanas? 

En el principio, Satoshi creó Bitcoin. No había nada más. Y la intención era que no pudiera existir nada más. Bitcoin se creó como una moneda ciudadana nativa de Internet. La idea de una moneda ciudadano no es del todo original. Tampoco es original la idea de utilizar una moneda de suministro limitado. Tampoco es original el promover un sistema de banca libre. Un sistema de banca libre hace referencia a un mundo sin bancos centrales. Bueno, nada de eso es original. El pasado es rico en experimentos de este tipo. Aquí lo original es el entorno: El Internet. Las redes sociales organizan muy bien a grupos afines. Tienen la habilidad de crear comunidades globales. Y la tecnología blockchain permitió la creación de un sistema par a par y sin intermediarios. Algo relativamente fácil de hacer en el mundo físico, pero muy difícil de hacer en el mundo digital antes de la llegada de Bitcoin. 

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Satoshi y sus amigos no eran economistas, ni teóricos del dinero. Tampoco eran pensadores políticos de mucha profundidad. Eran desarrolladores con capacidades técnicas. Eran informáticos y criptográficos inspirados por la contracultura californiana.  ¿Cuál es la política predominante en Silicon Valley? Liberal en lo social, positiva a la innovación y a lo tecnológico, conservadora en lo económico. Ese sector, en particular,  no encuentra representación política en los principales partidos. Los republicanos son demasiado religiosos y retrógrados. Los demócratas son demasiado colectivistas e intervencionistas. Por aproximación, lo más parecido es el Partido Libertario. 

El Partido Libertario en Estados Unidos se fundó en 1971. Es esencialmente un partido reaccionario. ¿El pecado original? El Shock de Nixon. O sea, el rompimiento del patrón oro. Bitcoin es el hijo del libertarismo y Silicon Valley. El “oro digital”. Se trata de un código digital de suministro limitado ideado para funcionar como una moneda ciudadano independiente de los bancos y gobiernos. Tenemos una ideología muy vieja habitando el cuerpo de algo nuevo. 

Pero luego llegó Ethereum rompiendo con la soledad de Bitcoin. Todo el asunto del patrón Bitcoin es que solo puede haber un oro digital. Son solo 21 millones de unidades. He ahí el detalle. La creación de un segundo blockchain contradice la idea original. Además, ejerce una presión inflacionaria sobre Bitcoin del mismo modo que los demás metales ejercen una presión inflacionaria sobre el oro debido a que diluye su escasez. El maximalismo Bitcoin es básicamente un movimiento político. Muchos jóvenes llegaron a este espacio adoptando la vieja ideología liberatoria como algo totalmente nuevo. De hecho, muchos no tienen ni idea que todo esto es muy viejo. Después de todo, su youtuber preferido les dice que todo es muy reciente. Según ellos, todo comenzó con Satoshi, un semidios de la era digital. 

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Ahora bien, a estas alturas del partido, el maximalismo es una minoría. Si bien es cierto que en la comunidad cripto todavía hay muchos libertarios con visiones radicales, también es cierto que hay muchos inversores con objetivos netamente financieros. Nos guste o no, la nueva mayoría es el inversor pragmático. Es decir, no todo el que compra Bitcoin lo hace para reformar el sistema monetario mundial. O sea, una especie de plebiscito al sistema fiat para instaurar una utopía libertaria. En muchos casos, se compra Bitcoin por conveniencia. Se hace para transferir dinero a otros países. Se hace para intercambiar divisas. O se hace como una forma de inversión. En otras palabras, se hace para hacer dinero. Aquí estamos hablando de Bitcoin como una herramienta utilitaria. Una pieza de tecnología. 

Esos inversores van a comprar otros proyectos, si ven la oportunidad de hacer dinero. Así de sencillo. Aquí la ideología pasa a un segundo plano. No todos somos militantes políticos. Algunos simplemente quieren obtener más dinero para agrandar sus bolsillos. Francamente, no veo el problema con eso. En lo personal, considero que es una meta muy noble poner el pan en la mesa. 

Ahora bien, desde el punto de vista financiero, ¿cuál es la diferencia entre Bitcoin y Ethereum? En una palabra: El riesgo. Bitcoin es un activo más consolidado que Ethereum. Por ende, Bitcoin es más líquido, más estable, y más seguro. Además, Bitcoin es un producto acabado. Bitcoin es un oro digital. Sencillo. Se compra y se guarda. Listo. Ethereum, por otro lado, no es un producto acabado. ¿Qué es Ethereum? Es el combustible de un mundo en plena creación. Es un trabajo en proceso. Muy poco es definitivo. Muy poco es final. Sabemos que las stablecoins, los NFTs y DeFi tendrán un rol en todo esto, pero aún es muy temprano para tener algo totalmente acabado. Todavía es Internet de los años 90. Ethereum es el petróleo digital de un mundo futuro. 

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¿Bitcoin o Ethereum? La propuesta es un falso dilema. Los dos activos son reyes en sus respectivos campos. No hay razones para tener que escoger. Es posible tener oro y petróleo en el mismo portafolio. ¿No? Bueno, también es viable tener Bitcoin y Ethereum en el mismo portafolio. De pronto, no es muy recomendable tener el mismo grado de exposición. Por lo general, se le coloca más capital al activo menos riesgoso. Lo que implica que podemos invertir en los dos activos. Pero el porcentaje dependerá de nuestra tolerancia al riesgo. Es posible que en el futuro inmediato Ethereum crezca más que Bitcoin. Pero también debemos recordar que las correcciones de Bitcoin prometen ser cada vez menos violentas. 

Podemos defender una ideología o podemos escuchar al mercado. En el papel, la idea de una moneda única e inigualable tiene mucho sentido. Pero, en la práctica, el público ha escogido la variedad. Podemos quejarnos de esta realidad y radicalizarnos en nuestras maneras, o podemos adaptarnos y disfrutar el viaje. Todo indica que Ethereum llegó para quedarse. Su comunidad es grande y muy dinámica. Están construyendo cosas. Están creando un mundo nuevo. Eso no va a desaparecer de la noche a la mañana. El maximalismo se reduce. Y todo lo demás crece. ¿De quién es el futuro?