La pandemia del coronavirus ha desnudado varios de los grandes mitos de la sociedad global contemporánea. La fortaleza de la economía y el comercio internacional, el carácter no autoritario del poder, la resiliencia de los mercados, las capacidades de la tecnología. Sin embargo, de los grandes relatos de la humanidad de este tiempo, ninguno se ha visto tan afectado como el dinero, un tema que atañe directamente a Bitcoin y que me ha llevado a escribir este texto.
Algunos han avisado: si la cosa sigue como hasta ahora, el dinero, en breve, será una broma. Incluso el todopoderoso dólar. Y es que a pesar de que Estados Unidos puede darse el lujo de emitir nuevo dinero sin sufrir los embates económicos de países como Zimbabwe o Venezuela, estas medidas están empezando a horadar la confianza en la moneda, un síntoma pésimo si consideramos el bienestar del signo monetario estadounidense, de su economía y su institucionalidad y su influencia en la economía global.
El problema central (y tema que me propongo abordar) es la percepción que lar personas tienen y tendrán sobre su propio dinero. Comentaré tres elementos que me parecen fundamentales y que creo pueden servir para valorar en perspectiva las cualidades de Bitcoin.
En primer lugar, la progresiva desaparición del efectivo físico; luego, la posibilidad de que los bancos puedan cobrar deudas de sus clientes directamente sobre los paquetes de estímulo recibidos, para finalizar comentando lo dicho al comienzo: si continúa la inercia, el dinero podría terminar siendo un chiste de cara a los ciudadanos. Viviendo en una economía hiperinflacionaria, este es un proceso que he experimentado de primera mano.
Una sociedad “cash-less”
El dinero, si nos atenemos a su definición funcional, debe cumplir tres objetivos fundamentales. Funcionar como resguardo de valor, medio de intercambio y como unidad de cuenta. Durante buena parte de la historia moderna, estas funciones habían sido cumplidas a través de instrumentos físicos (conchas, dientes, piedras, metales preciosos en su momento, ahora billetes y monedas) emitidos por bancos centrales, dando paso al funcionamiento de instrumentos más refinados como pagarés, cheques y con el auge de la tecnología, a los pagos digitales.
Tradicionalmente suele asociarse el uso de dinero físico a la idea de dinero efectivo, pero esto no es una condición necesaria. “El término también se puede usar para indicar dinero en cuentas bancarias, cheques o cualquier otra forma de moneda que sea fácilmente accesible y que pueda convertirse rápidamente en efectivo físico”.
No obstante, en medio de la pandemia del coronavirus, una enfermedad que se transmite a través de las mucosas y que puede propagarse en este tipo de dinero, el uso del efectivo empieza a desincentivarse. Desde China quemando billetes a las abiertas críticas a los billetes como vehículos de enfermedades (y también del COVID-19), el mundo contemporáneo parece estar en pleno proceso hacia la entera digitalización del efectivo.
No obstante, la digitalización del dinero no solo eliminaría el efectivo físico; de hecho, la idea de efectivo dejaría de tener completo sentido para este tipo de dinero y sus operaciones. Al estar completamente mediado por proveedores de servicio de pagos y la infraestructura para su ejecución, el éxito de este tipo de operaciones dependerá completamente de terceros de confianza.
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En un entorno cada vez más digitalizado, nuestro dinero estará cada vez más expuesto al control de agentes externos. Esto es algo que habían previsto los primeros cypherpunks y también los criptoanarquistas y, como veremos luego, fue uno de los grandes detonantes de la creación de Bitcoin.
Así, dejemos en claro que una sociedad cash-less (sin efectivo) no solo se refiere al dinero físico, sino también y especialmente, a la completa dependencia de terceros para garantizar el intercambio de valor, con la correspondiente eliminación del anonimato de este tipo de transacciones, pues cada usuario del dinero completamente digital deberá cumplir con procesos de identificación para poder usar estos servicios.
Quedémonos con el comentario sobre el efectivo físico y su desaparición en Estados Unidos, publicado en el semanario de análisis, Politico: “también hay un componente ideológico: entre las fortalezas del efectivo se encuentra que es universalmente aceptado y difícil de rastrear, lo que les da a los estadounidenses una forma casi anónima de, por ejemplo, donar a su iglesia preferida o vivir su vida como una minoría perseguida o respaldar a un grupo disidente. ‘Algunos de nosotros todavía usamos efectivo porque creemos que no es asunto de nadie’”.
El peligro del intermediario
Pero la pandemia ha traído medidas excepcionales, en donde varios gobiernos del mundo planean entregar fondos de manera “directa” a sus ciudadanos. Estados Unidos, Francia, Canadá son solo algunos ejemplos de esta política que busca ayudar a aquellos que están en verdadera necesidad o tienen una situación económica precaria debido a la pandemia.
En el caso de Estados Unidos, la administración de Donald Trump ya informó que buena parte de los ciudadanos recibirán un cheque de “estímulo” por 1.200 dólares, que, de acuerdo algunos voceros, deberían ser suficientes para vivir por tres meses.
Sin embargo, uno de los principales contratiempos que supone la banca, surge. Y es que, cuando utilizamos los servicios de terceros, nos exponemos a la censura de nuestros fondos, pero ¿qué pasaría si estuviésemos en deuda con el propio banco?
De acuerdo con el reportaje de David Dayen, algunas de estas instituciones ya han retenido los fondos de aquellos clientes morosos. Consideremos que en Estados Unidos se han presentado más de 26 millones de ciudadanos a la oficina de desempleo, por lo que, es posible, que el número de personas con sobregiro de sus tarjetas de crédito o sin fondos para mantener las cuentas haya aumentado. Queda claro que muchos de los destinatarios de esos fondos realmente los necesitan.
“Los bancos serían los primeros en obtener los pagos para compensar un préstamo moroso o comisiones vencidas. Incluso si la persona cree que su cuenta con ese banco está cerrada, si los pagos se registran allí, el banco podría usarlos para cubrir deudas antiguas”, puntualizó Dayen. El peligro del intermediario es real y estas son sus consecuencias.
Así, no solo se desincentiva el uso de dinero en efectivo, dándole primacía a los pagos digitales y al dinero digital en general, sino que este es gestionado por instituciones que puedes decidir, de manera unilateral, que no somos aptos para recibir “lo que nos corresponde” del plan de atención del gobierno. Con más de 26 millones de nuevos desempleados, la amenaza sobre el bienestar de la sociedad es real.
El dinero es un chiste
Tal y como funciona hoy en día, el dinero global se basa en la confianza y en la coerción. El dinero fiat no solo supone la confianza de sus usuarios (fiduciario) sino que, además, incluye el decreto de una autoridad sobre el valor de ese dinero, así como el ejercicio del poder que permite hacer cumplir la promesa de ese valor. La pandemia ha hecho que muchos empiecen a valorar el ingente esfuerzo económico que supondrá sobreponerse.
La impresión de dólares por el orden de los miles de millones hace dudar que esta estrategia sea sostenible en el tiempo. Además, la gente empieza a preguntarse por qué pagar impuestos si siempre puede imprimirse nuevo dinero; dudan sobre la utilidad de estas medidas, viéndose en peligrosos pero muy presentes espejos como los de Venezuela y Zimbawe, donde la mala gestión económica y la indiscriminada inyección de liquidez y masa monetaria terminaron pulverizando el signo monetario local.
“Estos números son tan grandes que ya no tienen ningún significado; son simplemente abstracciones. Ha pasado algún tiempo desde que la gente pensó en el concepto de dinero y su propósito. La idea general es que el dinero tiene valor, pero ese valor no es arbitrario”, tal y como escribió en una columna de opinión en Bloomberg, Jared Dillian.
Titulada “El Dinero está perdiendo su significado”, en ella Dillian desnuda los peligros de socavar la confianza del dinero y que de ser fiduciario y fiat, quede siendo solo una unidad de cuenta por decreto, tal y como sucede en Venezuela y Zimbawe.
Incluso a pesar de que el dinero estadounidense pueda no llegar a esos niveles de devaluación, es importante sostener la percepción que existe sobre el mismo; que sus usuarios lo valoren de una manera positiva, ignorando estas potenciales repercusiones.
“Durante la crisis económica de Venezuela, vimos imágenes de venezolanos comunes y corrientes arrojando sus bolívares inútiles en las calles. Eso es lo que sucede cuando el dinero ha perdido todo significado; está en peligro de convertirse en una mercancía cuando se supone que es un recurso escaso. Hay un millón de razones por las cuales Estados Unidos nunca tendrá el mismo destino que Venezuela, pero aún así, no querrás alterar la percepción de la gente sobre el valor del dinero. Después de tirar unos trillones de dólares, la gente comienza a creer que todo es una gran broma”, sentenció Dillian.
Queda claro que resultaría muy difícil ver la economía estadounidense en las condiciones de la venezolana. Sin embargo, como hemos visto hasta ahora, son los problemas asociados al dinero o la caída de algunos de sus grandes mitos los que empeorarían la situación, especialmente cuando, a nivel global, existe una evidente apatía sobre la política y un constante descreimiento de los liderazgos políticos. Pareciera que la crisis ha desnudado a más de un gobierno.
¿Cómo entra Bitcoin en todo esto?
La respuesta a esta interrogante sobre el papel de Bitcoin la hallamos en el propio libro blanco, publicado por Satoshi Nakamoto en 2009. El intercambio de esta especie de dinero fiat 100% digital, es completamente basado en la confianza (y la amenaza de castigo o impuesto), y completamente responsabilidad de un tercero, lo que nos pone en los riesgos de los que ya hemos hablado.
“El comercio en el Internet ha venido a depender exclusivamente de instituciones financieras las cuales sirven como terceros confiables para el procesamiento de pagos electrónicos. Mientras que el sistema funciona lo suficientemente bien para la mayoría de las transacciones, aún sufre de las debilidades inherentes del modelo basado en confianza. Transacciones completamente no-revertibles no son realmente posibles, dado que las instituciones financieras no pueden evitar mediar disputas”, se lee en el documento.
Como vemos, Bitcoin tiene un objetivo que tiene completa relación con lo descrito hasta ahora: los problemas de las sociedades sin efectivo, la intermediación, la extrema confianza (y su abuso) en la idea del dinero fiat inspiraron buena parte de los proyectos cypherpunk.
El ethos desde el que se creó Bitcoin se formó con esta idea, tras el fracaso de múltiples intentos, por lo que su respuesta es radical, contundente: Bitcoin propone resolver estas dificultades a través de un tipo de dinero descentralizado que permite realmente un intercambio P2P y resistente a la censura.
Así como el proceso de digitalización de una buena cantidad de procesos de la actividad humana podrían aupar la adopción de nuevos medios de pago o vehículos de inversión, la transformación definitiva del dinero en un bien digital es quizás, el argumento más fuerte que podríamos tomar para que el tema se vuelva popular, mainstream. Eso, su radical incensurabilidad, su no dependencia de autoridades centrales y claro, su escasez frente a la indiscriminada creación de nueva masa monetaria.
Cabe decir que pareciera que -quizás no por esta razones- pero la opción de BTC en este momento empieza a ser valorada por cada vez más personas. Con la reducción en la recompensa de minado cada vez más próximas las búsquedas de “bitcoin halving” se han incrementado de acuerdo con Google Trends, lo mismo que la inversión de los recursos recibidos por algunos ciudadanos estadounidenses.
Al menos esto sugiere la data publicada por Brian Armstrong, CEO de Coinbase, una de las casas de intercambio de criptomonedas más populares de Estados Unidos, quien compartió información que sugiere que la plataforma recibió varios depósitos de 1.200 dólares, monto que coincide completamente con el paquete de estímulos por ciudadano que habría acordado la administración Trump.
— Brian Armstrong (@brian_armstrong) April 16, 2020
El estímulo económico en fiat, cambiado directamente a otro tipo de dinero, un paradigma diferente.
Quedará por ver si esto se vuelve una tendencia común y qué consecuencias podría tener. ¿Aceptaría el gobierno de Estados Unidos o de cualquier gobierno que sus ciudadanos decidan apostar directamente por criptomonedas en vez de su propio dinero? ¿Estarían dispuestos a ceder el control que han sostenido por siglos y que ahora hacer más expedito con la pandemia? Y si así fuera, ¿está lista la red pare recibir una cantidad ingente de nuevos usuarios y transacciones? ¿Ofrece una opción alguna solución de segunda capa? ¿Y qué decir de otras blockchains?
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Por el momento, lo más claro es que, cada más o menos 10 minutos, se crea un nuevo bloque y se emite una nueva cantidad de bitcoins, sin pausa, funcionando más del 99,8% del tiempo.