En una situación tan compleja y contradictoria como la actual, no es fácil saber lo que pasará a continuación. Hay demasiadas señales mixtas como para construir un análisis a prueba de balas. Aquí nada está seguro. Y lo único cierto es lo incierto. Bitcoin, por ejemplo, está congelado del susto. Y ya está resultando obvio que ha surgido un acuerdo tácito con respecto al precio. Es decir, en lateral hasta nuevo aviso. No haremos nada hasta que algo pase allá afuera. Estamos abrumados ante tanta incertidumbre y simplemente escogimos (por ahora) no tomar ninguna decisión. En otras palabras, estamos atrincherados en la estabilidad. Pero, ¿y si de pronto, comienza a llover dinero? 

Ya comenzaron las discusiones sobre un segundo paquete de estímulos en los Estados Unidos. Los Republicanos quieren un paquete de 1 billón de dólares; y los Demócratas quieren uno de 3.5 billones de dólares. Trump, curiosamente, ha escogido el punto medio de 2 billones de dólares. Este podría parecer una propuesta demasiada moderada para Trump. Pero de pronto es estrategia. Un paquete de 2 billones parece viable, porque es un número en el cual se puede construir un consenso bipartidista. Y Trump podría obtener una victoria simbólica. 2 billones tal vez no es lo que se quiere, pero sí es lo que se puede. 

Sigue leyendo: Bitcoin podría ser la próxima gran cobertura contra la inflación

En Europa, también hay noticias en este respecto. El club de los austeros (Holanda, Austria, Dinamarca, Suecia), por fin, tiró la toalla y el fondo de rescate de 390 mil millones de euros, al parecer, va. Con más préstamos que subsidios, pero va. Los países mediterráneos habrían querido más subsidios. O sea, más dinero gratis. Pero no siempre se obtiene lo que se quiere en esta vida. Y mucho menos con un norte europeo que todavía conserva mucho de la ética protestante en lo que respecta a la disciplina y al dinero. Nuestros alegres y coloridos amigos católicos del cálido Mediterráneo habrían querido un paquete más generoso. Pero no es sencillo conciliar las dos Europas en el Parlamento Europeo.  

En fin, la lluvia de dinero viene en camino y lloverá en ambos lados del charco. He aquí un nuevo empujón para los mercados financieros que han está dando señales de cansancio últimamente. ¿Cansados? Bueno, cansados de vivir de ilusiones y de papel, mientras que la economía real está agonizando y el Producto Interno Bruto cae en picada. Obviamente, que lo que sostiene a Wall Street en este momento no es la economía sino los mercados de capitales y la Reserva Federal han tomado el control total en esta arena. Aquí no hay fundamentales. Aquí lo que hay es dinero. 

Claro que los estímulos son necesarios para subir la demanda. Si en este momento escogiéramos detener la impresión de dinero, la deflación nos devoraría. En este caso, la crisis hundiría al mundo en la pobreza. Y la tensión seguramente se traduciría en conflicto social y político. El “dolor temporal” que promueven los libertarios como medida para liquidar a los malos actores del sistema es simplemente demasiado peligroso ahora. Desde el punto de vista económico, la solución libertaria de no hacer nada y esperar que el mercado se corrija solo podría tener sentido teórico. Pero sería un suicidio político. Porque un alzamiento social sería inevitable. Nadie quiere morirse de hambre por el bien del libre mercado. Excepto los libertarios, tal vez. 

Sigue leyendo: Pompliano dice que salir del efectivo es clave para la riqueza y la protección contra la inflación

La intervención gubernamental en la economía es lo que tenemos. Nos guste o no, este es el sistema que tenemos por los momentos. Y, lamentablemente, tener la razón no es suficiente. Hay que tener razón y apoyo. Y los libertarios podrían tener la razón, pero no tienen el apoyo. Me temo que por ahora los libertarios son una minoría sin mucho arrastre. El pueblo todavía quiere ser salvado por Papá Estado durante una crisis. 

Claro que no es fácil. Si bien es cierto que la deflación es fatal para la economía y los estímulos ayudan a frenarla, la impresión de dinero es un arma muy peligrosa. Si, debido a las pasiones, se imprime más dinero de la cuenta, la situación muy fácilmente se puede salir de control. Porque el objetivo es el equilibro. Se busca parar la deflación, pero tampoco queremos inflación. Y, muchísimos menos, se desea una situación de estanflación, al estilo latinoamericano. La situación ideal es un alto crecimiento económico, empleo pleno, y una moneda relativamente estable. Tal vez una inflación moderada del 1 o 2% anual, pero no mucho más de eso. Según el consenso, este es la tasa mágica que estimula el crecimiento. 

Un dólar fuerte es tan perjudicial con un dólar débil. Es cierto que hay que sacar dinero a la calle. El dólar durante esta crisis se ha fortalecido demasiado y esto no es bueno. No solo para un país con un déficit comercial y compitiendo con China a escala mundial. Pero a ningún país, corporación o particular con deuda en dólares le conviene una subida brusca o una bajada violenta del dólar. Los desbalances del dólar podrían ser un golpe mortal para el mercado de bonos, por ejemplo.  Y si el mercado de bonos colapsa, ahí sí se pone la cosa color de hormiga porque el mundo está endeudado hasta el cuello. 

Pequeña nota sobre el ahorro: El sistema actual no está diseñado para el ahorro. No es una falla ni una conspiración. El sistema está diseñado para funcionar así. El dólar es para gastarlo, no para acumularlo. El dólar principalmente es un medio de intercambio. Ahorrar es una locura, porque Cash is Trash. Además, el ahorro causa deflación y poco crecimiento económico. Lo que se requiere es inversión. Comprar activos. No llores más por el dólar. Si no te gusta, bien. Invierte en activos. Fin de la nota. 

Ahora bien, una segunda ola de estímulos viene en camino y esto seguramente traerá nuevos ánimos de los mercados. Tal vez, no en la misma medida que el primer estímulo, porque este segundo paquete debe ser un poco más prudente. Si se les pasa la mano con los billetes y la inflación comienza a subir demasiado, no tendrán más opción que subir los intereses y retirar de dinero de la calle. En este caso, estos nuevos estímulos serían pan para hoy, pero hambre para mañana. Sin embargo, si las cosas se van llevando con mucha prudencia y se va midiendo la economía a cada momento, la situación no se debería escapar de las manos. 

Sigue leyendo: ¿Ahora que nos dice el profesor Nouriel Roubini “Doctor Doom” sobre la crisis?

Estos estímulos ayudarán principalmente a los mercados financieros. Si la economía y el empleo no se recuperan pronto, esa dramática disparidad entre Wall Street y Main Street se convertirá en resentimiento social. En otras palabras, la ira del pueblo, como ocurrió en el 2008. Eso significa más gente furiosa con el sistema.  

Sí es cierto que el sistema beneficia a los ricos en mayor medida. Y el mercado Bitcoin no se va salvar de esto. Pronto seremos los villanos también. El problema no es la impresión de dinero per se. El problema es su distribución. Es decir, en la repartición de ese dinero nuevo. Porque el Gobierno y las grandes corporaciones son las que siempre obtienen las porciones más grandes del pastel. ¿La solución? Un ingreso universal o una medida de esta índole, tal vez. Pero no a lo bruto. Algo inteligente. Sin embargo, eso no está en la mesa. Y, por los vientos que soplan, tendremos desigualdad para rato. En este sentido, Bitcoin tiene más en común con Wall Street que con el pueblo llano. La impresión de dinero nos hará ricos. Así de sencillo. El sistema es nuestra hada madrina. 

La política, por supuesto, nos podría complicar aún más las cosas durante este año de locura. Este es un año electoral en los Estados Unidos y ya estamos acercándonos a la recta final. Y esto será una batalla a muerte. El partido en el poder no quiere perder el poder. Entonces, tiene que buscar soluciones rápidas para obtener resultados positivos de aquí al día de las elecciones. Y la oposición podría caer en la tentación de obstaculizar esos planes. Es decir, nos esperan meses complicados.