La misteriosa desaparición de la “reina de las criptomonedas” ha causado mucha polémica. La doctora Ruja Ignatova, “la reina”, es la creadora de la controversial criptomoneda OneCoin que ha sido acusada de ser una gran estafa por varios gobiernos. Según sus promotores, Onecoin es una cripto revolucionaria que hará millonarios a sus usuarios y aniquilará a Bitcoin. Sin embargo, todo indica que los únicos millonarios son los pillos detrás de este esquema Ponzi y que nunca se trató de otra cosa sino hacer dinero embaucando a unos incautos. Este tipo de esquemas fraudulentos son un peligro para reputación del resto de las criptomonedas. Bitcoin no es responsable, pero se ve afectado en parte por esta mala publicidad. ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo funcionan estas estafas? ¿Cómo podemos evitar ser una víctima más? Hablemos de OneCoin y de las criptoestafas. 

Supongamos que Bitcoin se casó con Herbalife y tuvieron un hijo estafador. Bueno, Onecoin es ese hijo, fruto de una unión de locura. Asistir a una reunión de OneCoin y sobrevivir es realmente una hazaña. Para las personas de mente escéptica y con una fobia irremediable al marketing multinivel, OneCoin es simplemente el infierno en la Tierra. Uno podría llegar a creer que con tan solo asistir a una reunión y vivir esa experiencia sería razón suficiente para que las personas salgan corriendo y nunca inviertan. Sin embargo, para la sorpresa de muchos de nosotros sus métodos tienen un gran poder de seducción. Han engañado a miles de personas en más de 175 países distintos y se estima que el monto recaudado asciende a más de 3 mil millones de dólares. 

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Las reuniones típicamente comienzan con las grandilocuentes palabras de un anfitrión que presenta a una supuesta eminencia que va a iluminar a la audiencia con su gran sabiduría financiera. La eminencia pronto toma la batuta y nos relata su emotiva historia personal. Nos narra de los tiempos cuando era pobre y desdichado. Cuenta sus años de lucha, años de fracasos y sueños incumplidos. Pero su pasado es pasado porque luego apoteósicamente prosigue contando su heroica transformación. Como un ave fénix, surgió de las cenizas de la pobreza hacia las glorias de la riqueza sin fin. Aquí la presentación PowerPoint se llena de gente bella, viajes por el mundo, yates, casas de lujo, autos deportivos y mucho ocio. Los promotores de OneCoin prometen riquezas de manera rápida y espectacular a amas de casa y a desempleados. Es una fantasía que atrae como la miel atrae a Winnie The Pooh.

El asunto se complica porque el negocio no se basa realmente en un producto. El secreto del negocio es captar nuevos miembros a un sistema piramidal. Las verdaderas ganancias no están en la inversión sino en el reclutamiento de nuevas personas para el esquema. Entonces, los conversos se convierten en evangelizadores de OneCoin. El dinero entra y se distribuye de abajo hacia arriba. Por ejemplo, si una persona logra captar a 10 personas. Estas 10 personas deben captar a otras. La primera persona obtiene ingresos de las personas que involucra directamente y de las personas que involucran los demás. Esto trae como consecuencia que todos en el sistema se convierten en la pesadilla de sus familias y amigos porque no dejan de vender el esquema a todos. Se convierten en loros que nunca callan. 

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En las reuniones se hace mucho énfasis en la educación, en la perseverancia y en la actitud. Los jefes utilizan estos valores positivos para sus fines y las víctimas del sistema simplemente se vuelven adictas. Es decir, al poco tiempo se vuelven esclavos de una trampa que enriquece a los líderes mientras envuelven a su círculo cercano con su fiebre. El problema es que en realidad no hay producto. Ellos son el producto. OneCoin es un sistema privado controlado exclusivamente por una compañía. La supuesta criptomoneda no se publica en CoinMarketCap ni está enlistado en ningún exchange reconocido. La única manera de vender esta criptomoneda es usando el exchange oficial. La compañía da muy poca información sobre sus procesos internos y no se ha sometido a ningún ente regulador ni a ninguna auditoría. Todo es una gran promesa que con el tiempo ha cumplido muy poco. Han cumplido solo lo suficiente para mantener viva la esperanza de los fieles. 

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Es un clásico esquema Ponzi. Los esquemas Ponzi se parecen mucho a una burbuja financiera, pero no son lo mismo. Las burbujas financieras no son estafas. Sin embargo, los esquemas Ponzi sí lo son. Es cierto que la demanda sube los precios de un activo. El mercado puede sobrevalorar un activo a niveles insostenibles en el tiempo. Luego, cuando el mercado reconoce lo irracional de su valoración, la burbuja se rompe y el precio colapsa. Las burbujas son típicas en un libre mercado basado en la oferta y la demanda. El precio de un activo está expuesto a fluctuaciones. Sin embargo, existe un activo como tal. Ese activo puede estar sobrevalorado o subvalorado, pero por lo menos existe. En el caso de los esquemas Ponzi, el producto es una mentira y las ganancias provienen de un dinero que en realidad está comprando aire.

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El tema se vuelve más complicado porque todo dinero fiduciario en el fondo es también aire. En otras palabras, las criptomonedas, al igual que el dinero fíat, no tienen valor intrínseco. Su valor se basa principalmente en la confianza. Ese fenómeno se ha llegado a llamar el Efecto Campanita. Campanita es el famoso personaje del cuento Peter Pan que solo vive porque los demás creen en ella. Es decir, es un símbolo que solo es válido dentro de un sistema de fe. Bitcoin, el dólar, el euro y muchos activos son valiosos solamente porque las personas han acordado en aceptar su valor. Su valor es esencialmente relacional y subjetivo. Es una especie de pacto social, un trato, un compromiso mutuo. El único valor de uso es su valor de intercambio. Estos símbolos son necesarios, aunque en teoría parezca absurdo, porque el ser humano es un animal social y necesita colaborar con los demás para subsistir. El idioma también es un sistema de símbolos. Los idiomas son códigos que solo funcionan para los usuarios que conocen el código y aceptan su uso. Su valor está en la red de usuarios, no en las palabras. Las palabras en sí son ruidos básicamente arbitrarios. La importancia está en su significado. 

El problema con los esquemas Ponzi como OneCoin es que una parte está violando el pacto social de confianza. La criptomoneda no vale nada porque el emisor recibe dinero de sus usuarios pero no cumple con lo prometido. Sus procedimientos son cerrados, irresponsables y poco transparentes. No rinden cuentas y se aprovechan de la ingenuidad de las personas que ilusionan con falsas promesas. La doctora Ruja Ignatova, la autoproclama reina de las criptomonedas, y muchos de sus colaboradores se encuentran prófugos de la justicia por embaucar a miles de personas con sus mentiras. Estas estafas se pueden evitar exigiendo transparencia. La confianza se construye con hechos, no con palabras vacías. Eso aplica para OneCoin, para muchas Altcoins y para todo. Sin confianza, no hay valor y Campanita se muere.