Todo presidente de un país tiende a magnificar sus triunfos y a minimizar sus fracasos. Por lo general, todo lo bueno es gracias a su gestión y todo lo malo es culpa de otros. Eso es según ellos. Para ellos es casi imposible ser objetivos sobre su desempeño. De uno u otro modo, en su narrativa siempre son los héroes. Son propagandistas por naturaleza. En un mundo ideal, deberían ser simples gerentes, pero no. La clase política no solo lleva las riendas de las instituciones públicas. También manipula a los ciudadanos imponiendo sus verdades con característica deshonestidad. Ellos, los políticos, son los capitanes del barco. Y los dueños del barco, los ciudadanos, reciben un reporte sesgado de la realidad. Nos guste o no, esto es así. Según Donald Trump, la economía estadounidense está en su mejor momento ¿Esto es cierto? ¿O es una vulgar propaganda politiquera? ¿Qué es fantasía? ¿Qué es realidad? ¿Qué opina Donald Trump de Bitcoin?

A mediados del 2019, Trump tuiteó una serie de comentarios sobre Bitcoin. Eso no es gran cosa porque Trump tuitea sobre todo. Técnicamente, es un hito. Porque, bueno, el hecho de que el presidente de los Estados Unidos haya escrito sobre un mercado relativamente pequeño y, hasta hace un par de años, desconocido para muchos significa un logro. Bitcoin está en la palestra pública mundial y los líderes del mundo están debatiendo el tema. Eso es crecimiento. En ese sentido, los comentarios tienen una importancia simbólica. Sin embargo, en mi opinión, el contenido de los comentarios no tiene mucha importancia. Trump cambia de opinión de la noche a la mañana. Entonces, romperse la cabeza por algo que mañana desconocerá o negará es un ejercicio sin sentido. Obviamente, no es un fan. Pero el sujeto sufre de incontinencia verbal y seguramente no ha estudiado la materia por más de dos segundos. 

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Claramente que no es un fan porque lo escribió literalmente. “No soy un fan”. Y obviamente no entiende cómo funciona una moneda fiduciaria como el dólar o el euro cuando afirma despectivamente que Bitcoin sale del aire. Porque el dólar y bitcoin tienen en común el hecho de que su valor intrínseco no representa su valor monetario. El tono de sus comentarios insinúa que bitcoin es un absurdo o en el peor de los casos una estafa por salir de la “nada”. Pero Trump demuestra que no comprende a fondo la base del dinero que tanto valora y usa. Es un millonario que no sabe de dinero. No es cosa del otro mundo. Después de todo, respiramos todos los días sin saber muchos detalles sobre el aire que respiramos. Es más, se puede ser un tiburón y saber muy poco sobre la química de los océanos. Bueno, Trump no sabe sobre monedas fiduciarias, a pesar de tener muchas en su bolsillo.  

En el caso de la economía, su ignorancia no lo salva. Porque creo que sí sabe de economía, pero miente a propósito por razones políticas. Claro que es la mentira del seductor. No habla de cosas falsas como tal, o por lo menos no necesariamente. El engaño viene de la forma cómo se presentan los datos. Está en el uso de superlativos y en el tono triunfal y exagerado de las palabras. Es la realidad, pero retocada con un pincel de fantasía. Esa estrategia le funcionó en el mundo de los negocios, en la industria del entretenimiento, en la campaña y en su presidencia. Ahora que se avecina su campaña para la reelección, la fantasía es un arma que no abandonará. 

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Lo curioso es que hasta sus seguidores más fieles reconocen que miente a menudo. Pero lo perdonan porque lo ven como un mal necesario. Tal vez no es el mejor hombre del mundo. Pero es el sujeto que hará lo que se tiene que hacer. O por lo menos eso es lo que piensan muchos de sus seguidores. Cuando Trump habla sobre el estado de la economía estadounidense muchos fruncen el ceño. Durante el último discurso del Estado de la Unión ante el Congreso, al parecer, las mentiras fueron tantas que Nancy Pelosi, la líder de los demócratas en el Congreso, no se pudo contener y rasgó las páginas del discurso en pleno acto. Una acción maleducada, por supuesto. Pero Trump no se salva, porque Trump la dejó con la mano en el aire cuando Pelosi lo saludaba. Obviamente que el evento no estuvo acorde a la ocasión. Vimos un espectáculo de mal gusto. Un bochorno.  ¿Por qué Pelosi rompió esos papeles? Según ella, el discurso estaba lleno de mentiras. 

¿En qué mintió Trump exactamente? A pesar de que la economía estadounidense no está tan mal como muchos aseguran, tampoco se puede decir que está en el mejor momento de su historia. Eso fue lo que dijo Trump y es obviamente falso. Los datos macroeconómicos no están mal. De hecho, están muy bien. Pero nada parecido a los datos registrados en los años de la posguerra. O, en periodos más recientes como los 90. Durante los años de Trump, el producto interno bruto no ha podido crecer más de 3% anual. No es lo peor, pero no deja de ser un número modesto. Estados Unidos ha registrado crecimientos del 9% anual anteriormente. 3% es un número bueno, pero decir que es lo mejor de la historia es una exageración.  

En relación a la tasa de desempleo, debemos reconocer que está muy baja y eso es positivo. Pero, al igual que con el producto interno bruto, sería una exageración decir que es lo mejor de la historia. Y Trump lo dijo. Sí, se han creado nuevos empleos, pero no como dice Trump. El sector manufacturero está un poco mejor pero nunca a los niveles de antes. Trump asegura que el sector renació y está como nunca, pero eso no es del todo cierto. Trump exagera mucho. Los datos están ahí y uno puede corroborar fácilmente que defiende una fantasía. La economía no está del todo mal, pero está muy lejos de estar en un estado óptimo. La deuda por los cielos y la desigualdad galopante. Por supuesto que no es el paraíso que describe Trump. 

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La salud de la economía actual no es obra de Trump solamente. Tiene una parte, pero no es responsable por todo. La administración de Obama tiene mucho mérito. Y la Reserva Federal, también. Ellos hicieron lo que se tuvo que hacer durante la crisis del 2008. Trump tomó las riendas en un ciclo alcista y pudo disfrutar los frutos que cultivó la administración anterior. Claro que la economía es importante, pero no es lo único que importa. Sobre todo, porque cuando decimos “economía” normalmente nos referimos a un conjunto de datos dentro de una visión muy estrecha del mundo. La “economía” puede estar “bien”, pero eso no significa que el mundo está bien. El sistema tiene fallas terribles. Y la “economía”, sobre todo con la manera cómo la medimos, no nos garantiza el bienestar de los ciudadanos. En otras palabras, la economía puede estar bien y nosotros mal. 

Lo preocupante sobre la economía no son los números. Porque si nos guiamos por los números las principales economías del mundo operan divinamente. El problema es que esta bonanza económica se ha logrado principalmente con la acumulación de la deuda. Y cuando hablamos de deuda estamos hablando de pan para hoy y hambre para mañana. Una bonanza creada con deuda es la antesala de una crisis terrible. La economía está en los cielos, pero muy cercana al sol. En cualquier momento, el calor nos quemará las alas y comenzamos a caer. Por eso no es bueno vivir de fantasías. En el momento menos pensado nos puede golpear la realidad.