Bitcoin es una realidad. Con más de 10 años de historia, con una capitalización de mercado de 205.75 billones de dólares y 743.753 direcciones activas en su red, la criptomoneda nacida en 2009 está más viva que nunca. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo ha constatado y, a pesar de que lo hizo en tono crítico, ya habló de Bitcoin y las criptomonedas, ¿importa la opinión del mandatario norteamericano? ¿Qué significa esto para Bitcoin?

Creada por el aún anónimo Satoshi Nakamoto, Bitcoin ha pasado de ser un experimento de geeks y cypherpunks a colocarse en el panorama internacional, de tal forma, que incluso el presidente de uno de los países más importantes del mundo, no ha tenido más remedio que ofrecer su opinión sobre el tema. Estar en la órbita discursiva de uno de los hombres más poderosos del mundo es una señal de confirmación para la criptomoneda. El crecimiento es innegable: Bitcoin llegó para quedarse.

No obstante y es importante decirlo: las palabras de Trump no fueron para nada positivas. “No soy un fan de Bitcoin y otras criptomonedas, que no son dinero, y cuyo valor es altamente volátil y basado en aire. Los criptoactivos no regulados pueden facilitar el comportamiento ilegal, incluido el tráfico de drogas y otras actividades ilegales”, expresó.

Además, en un alarde de tradicionalismo un tanto anacrónico con respecto a la preeminencia del dólar, Trump dejó ver su ignorancia sobre el tema, calificando a Bitcoin y otras criptomonedas como herramientas que facilitan el delito, cuyo valor es altamente volátil y que están sustentados en aire, en la nada.

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La volatilidad es natural en un mercado joven y Bitcoin, pese a ser la criptomoneda más longeva del ecosistema, aún tiene un largo trecho por recorrer. No obstante, varios analistas coinciden en que esta característica es una de las máś atractivas del criptoactivo como medio de inversión, pues permite a quienes comercian con su precio especulativo obtener ganancias que difícilmente lograrían en el mercado tradicional.

En cuanto al valor de Bitcoin, este elemento es cuestión exclusiva de sus usuarios. El mercado es el que determina el precio de la criptomoneda, según la valoración de los usuarios y su intención de comprar, vender o mantener bitcoins. Sin embargo, el funcionamiento del protocolo es ajeno a ambas cosas.

El principal elemento diferencial de Bitcoin es que es un sistema de intercambio de valor entre pares, que funciona a la perfección desde hace 9 años y ofrece elementos que lo hacen superior al dinero fiduciario, que es gestionado por bancos y gobiernos. Bitcoin es escaso, con una inflación controlada, resistente a la censura. Si los usuarios deciden valorar estas características, a pesar de su intangibilidad, calificar esta relación con la criptomoneda como basada en el aire es, cuando menos, mezquino.

Finalmente, el argumento de la ilegalidad, ignora dos cosas. En primer lugar, que el dinero en efectivo, especialmente los dólares americanos, son la moneda predilecta para financiar actividades asociadas al terrorismo a nivel global y que la irrastreabilidad de las piezas de dinero físico y su utilización anónima son el principal método de pago para la compra-venta de drogas. En segundo, el argumento de Trump ignora que, de acuerdo con estudios recientes, solo el 1% de la actividad económica de Bitcoin está relacionado con mercados ilícitos en Internet.

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Más allá de todo esto y a pesar de que se trate de una opinión crítica y poco informada, el hecho de que el presidente de uno de los países más importantes del mundo se tome el tiempo para opinar sobre Bitcoin es un hito importante para la criptomoneda. Recordemos que el proyecto originalmente era conocido por un puñado de especialistas en informática y criptografía, activistas de la privacidad; y que hoy cuenta con suficiente peso como para ser tema de opinión de las altas esferas del poder.

Antes de Trump, Christine Largarde, presidenta del FMI; Jim Yong Kim, expresidente del Banco Mundial; Ajay Banga, CEO de MasterCard; Jamie Dimon, CEO de JP Morgan; el reconocido inversionista, Warren Buffett; el economista Joseph Stiglitz, han sido algunas de las figuras del panorama geopolítico y financiero que se han manifestado en contra de Bitcoin, dándole cada vez mayor visibilidad, a pesar de su opinión adversa. 

Hablen bien o mal, lo importante es que lo hacen.

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