¿Alguna vez te has preguntado si los creadores de un invento realmente saben lo que necesitan sus usuarios? ¿Te atreves a desafiar tus propios supuestos?

Este artículo te invita a reflexionar sobre la importancia de comprender a los usuarios para crear innovaciones exitosas. ¿Qué es más importante, los deseos del creador o los deseos de los usuarios?

Ahora bien, el desarrollo de productos es el proceso que sigue una empresa o una persona para crear o mejorar un producto que ofrece al mercado. Un producto puede ser un bien físico, como un celular o una bicicleta, o un servicio, como una aplicación o una consultoría.

El desarrollo de productos implica varias etapas, como la ideación, el diseño, la producción, el lanzamiento y el mantenimiento. En cada etapa, el creador del producto tiene una intención o un objetivo, que puede ser resolver un problema, satisfacer una necesidad, generar ingresos, etc.

Sin embargo, la intención del creador no siempre coincide con los objetivos de los usuarios finales que compran y usan el producto. Los usuarios pueden tener otras necesidades, preferencias, expectativas o usos para el producto que el creador no había previsto o no había priorizado.

Por ejemplo, el creador de una red social puede tener la intención de conectar a las personas y facilitar la comunicación, pero los usuarios pueden usarla para entretenerse, informarse o promocionarse. El producto puede ser muy popular y útil para los usuarios, pero no siempre por las razones que el creador suponía.

Esto no significa que el desarrollo de productos sea un fracaso o un error. Al contrario, puede ser una oportunidad para aprender de los usuarios, adaptarse a sus demandas y mejorar el producto. Por eso, el desarrollo de productos es un proceso continuo y dinámico, que requiere de investigación, innovación y creatividad.

Debemos aceptar que es absolutamente posible que un inventor no siempre sepa lo que tiene y no comprenda a cabalidad el problema que su producto o servicio está realmente solucionando.

Imaginemos el caso de un restaurante. Supongamos que ellos creen que están ofreciendo un postre divertido para una cena familiar, cuando en realidad han creado un desayuno conveniente y práctico para personas que buscan algo rápido y nutritivo para llevar al trabajo. El platillo puede llegar a ser muy popular, pero no por las razones por las cuales sus creadores pensaron al momento de crearlo.

Existen varias razones por las que esto puede ocurrir. Es posible que el creador no haya realizado una investigación adecuada de su mercado objetivo y sus necesidades. También, puede estar interpretando la información de manera que confirme sus creencias preexistentes sobre su creación. O, incluso, puede haber una falta de comunicación entre el creador y los usuarios, lo que puede generar un alejamiento entre ambos en relación al producto.

Claro que esta falta de comprensión puede tener varias consecuencias. Los promotores pueden estar promocionando el producto de una manera que no resuena con el público objetivo. También, pueden estar dejando de lado a usuarios potenciales que podrían beneficiarse del producto. Y, finalmente, los usuarios que compran el producto con expectativas incorrectas pueden terminar decepcionados.

Al comprender realmente el problema que su producto o servicio está solucionando, los promotores pueden promover de manera más efectiva, llegar a un público más amplio y crear una experiencia más satisfactoria para sus usuarios.

Veamos algunos ejemplos. Un fabricante de software que cree que está creando una herramienta para aumentar la productividad, cuando en realidad los usuarios la están utilizando para automatizar tareas tediosas.

Un entrenador de fitness que cree que está ayudando a las personas a perder peso, cuando en realidad los está ayudando a mejorar su estado físico general.

Es crucial que haya una congruencia entre la narrativa de los creadores y las intenciones de los usuarios. Deben esforzarse por comprender las necesidades de los usuarios y cómo su producto o servicio puede ayudar a satisfacerlas.

Bitcoin nació como un proyecto revolucionario que busca crear una forma de dinero digital, descentralizado y resistente a la censura. Su creador, o creadores, bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto, plasmó en su documento técnico y en sus mensajes en foros su visión de un sistema de pagos peer-to-peer que no dependiera de intermediarios ni de autoridades centrales. Su objetivo era ofrecer una alternativa al sistema financiero tradicional, basado en el control, la opacidad y la exclusión.

Sin embargo, con el paso del tiempo, las aspiraciones e intenciones de Satoshi Nakamoto no necesariamente han coincidido con las de muchos de los usuarios actuales de Bitcoin. Muchos de ellos están centrados mayormente en el precio de la criptomoneda, y la usan como una inversión, esperando obtener grandes ganancias en el corto, medio o largo plazo.

Claro, no todos los usuarios son iguales. Muchos sí usan a Bitcoin como una herramienta de emancipación financiera. Por supuesto, esto es una generalización. Sin embargo, tampoco podemos afirmar que el precio no sea importante para la mayoría, o que las ganancias no le importen a la mayoría.

Todos hemos podido observar que el interés por Bitcoin ha crecido en los últimos años, impulsado por la demanda del capital institucional y, más recientemente, por la popularidad de los ETF (fondos cotizados en bolsa).

Esto nos demuestra que el precio, la inversión y la comodidad sean ahora más importantes que la descentralización, la autocustodia y las formas de pago alternativas. Y, ciertamente, hay una brecha creciente entre la visión original de Bitcoin y la realidad actual.

La publicidad de BlackRock, una de las mayores gestoras de activos del mundo y que ofrece fondos de inversión basados en Bitcoin, es muy reveladora. “Todo en un solo lugar”. ¿Qué expresa esa frase? ¿El deseo de soberanía financiera? ¿La descentralización? ¿O la conveniencia, la comodidad y el acceso?

Quizás sea hora de reflexionar sobre el sentido y el propósito de Bitcoin, de recuperar el espíritu de Satoshi Nakamoto o de reconocer que los usuarios son los dueños del destino de Bitcoin. Bitcoin no es solo un número en una pantalla, sino una oportunidad de transformar el mundo financiero y social. Bitcoin es lo que los usuarios decidan que sea.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.