El Partido Comunista Chino estará celebrando su centenario este 2021. Celebran a lo grande sus 100 años de existencia y sus más de 70 años en el poder. En espíritu triunfal, recordarán lo bueno e ignoran lo malo de su controvertido pasado. La crueldad del régimen de Mao se pasará por alto para descartar los logros económicos de las últimas décadas. Ya Donald Trump no estará en la Casa Blanca, pero eso no quiere decir que la batalla con China terminó. Las tensiones seguirán. Biden se pondrá los guantes e iniciará una lucha mucho más compleja y sofisticada que la pelea callejera que emprendió Trump. El 2021 será un año bastante bueno en lo económico para China, pero repleto de presiones en el ámbito internacional. 

La China de hoy no es la misma China de hace un par de décadas. Las cosas están cambiando en muchos sentidos. La China de la apertura económica era una china dominada por el Partido Comunista en lo político, pero sumamente libre en lo económico. El pragmatismo dominó por muchos años y fue la clave del éxito chino. “No importa el color del gato, sino que cace ratón”. La China de Xi Jinping le importa más el color del gato. Sí tiene un color preferido. El autoritarismo no se ha limitado al ámbito político, sino que se está esparciendo a todos los aspectos de la vida china. 

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Xi Jinping ha incrementado su domino sobre el Partido. El Partido ha incrementado su dominio sobre el Gobierno. Y el Gobierno ha incrementado su dominio sobre la economía. De hecho, ha incrementado su dominio sobre todo. Las finanzas siempre ha sido un área estratégica muy protegida de la influencia extranjera. La banca, el flujo de capitales y los controles cambiarios son la prioridad para la mano dura del Gobierno. El yuan digital es una herramienta en este camino, porque, con esta tecnología, el control y rastreo de la actividad económica ciudadana se hará muchísimo más fácil. La prohibición de Bitcoin está estrechamente ligada a esta nueva tendencia de la China de hoy.  

Otro giro curioso en China es el cambio de configuración económica. Es decir, una economía tradicionalmente basada en la infraestructura, manufactura y la exportación ha venido evolucionado a una economía más enfocada en el sector servicios y tecnología. Lo que trae como consecuencia una menor demanda de materia primas. Algo que afecta directamente a Latinoamérica. El Gobierno estará doblando sus esfuerzos hacia la autosuficiencia en energía y tecnología. Claro que los políticos justificarán estas medidas como una defensa ante la creciente hostilidad de Occidente. 

Uno podría llegar a pensar que las cosas se suavizarán bastante con la llegada de Biden y la salida de Trump. Pero uno se estaría equivocando. Trump agregó intensidad, caos y locura a la pelea. Y Biden seguramente tomará un sendero muy diferente. Pero eso no implica que terminó la guerra comercial. En otras palabras, la victoria de Biden no implica que retrocedamos a 2016 en lo que la relación entre China y los Estados Unidos se refiere. Muchos de los aranceles se mantendrán. Y los esfuerzos para crear empleos en casa seguirán. En muchos sentidos, Biden es peor para China que Trump. A Trump no le importaba mucho las violaciones de los derechos humanos y el creciente autoritarismo. Además, Trump trabajaba solo. Biden será diferente. 

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Pese al tono mucho más moderado, Biden seguirá con la guerra comercial. Habrá flexibilidad en muchas áreas, porque Biden seguramente escuchará algunos de los reclamos de la industria tecnológica con intereses en China. Sin embargo, la lucha seguirá. Incluso, surgirán nuevas presiones. Biden será más duro que Trump en materia de derechos humanos, valores democráticos y temas climáticos. Además, Biden no trabajará solo. Biden buscará crear una coalición internacional para combatir a China en el contexto de la guerra económica. En fin, la victoria de Biden no es, necesariamente, una muy buena noticia para China. 

Durante el año 2020, el covid-19 y las protestas en Hong Kong fueron los grandes desafíos para China. En el año del centenario, Xi Jinping buscará capitalizar sus éxitos en esos campos como parte de las celebraciones. Debemos recordar que, pese a ser la zona cero de la pandemia, China no entró (técnicamente) en recesión económica en el 2020. El crecimiento fue mínimo, pero al menos no hubo decrecimiento. Lo que significa un gran logro, considerando que estamos en medio de una gran crisis.  

Impresionante es el crecimiento estimado para el 2021, que se ubica en el 7.3%. Según estos datos de la Revista The Economist, lo curioso es que ese era el crecimiento estimado para el 2021 en el 2019. Lo que implica que China logrará superar por completo la crisis a finales del 2021. Los demás países del mundo no pueden decir lo mismo. Para alcanzar los niveles previos al coronavirus necesitaremos más tiempo. La inflación estimada en China sí estará un poco alta (3%), pero a ese ritmo de crecimiento una inflación así no es sorpresa. 

Claro que no todo es color de rosas con la recuperación china. Resulta claro que este impulso no deriva de la ciudadanía. Este crecimiento es impulsado principalmente por el gasto público y la deuda. El consumo privado no es el actor principal aquí. Ese modelo de recuperación con deuda podría traer bastantes distorsiones, desbalances, y desigualdades. Pero, a pesar de este gran aumento de la deuda, una recuperación con problemas es mejor que una no recuperación. 

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La nueva China se revela con los últimos enfrentamientos entre el Gobierno y Alibaba. En este caso, podemos ver claramente que las cosas han cambiado en China. La empresa privada ya no es tan libre en la nueva China, porque el Gobierno quiere ahora meterse en todo. ¿Dónde está Jack Ma? Alibaba es una empresa emblemática del país. La situación preocupa. Si bien es cierto que en el pasado las empresas no buscaban contradecir al Gobierno, en términos generales, disfrutaban de bastante libertad. Eso ha venido cambiando últimamente. Las empresas deben ahora demostrar una mayor lealtad hacia el Partido. Y cualquier acto de desobediencia normalmente significa problemas. 

China es particularmente relevante para Bitcoin. La minería permitida y la clandestina. La riña interna en Bitmain. La relevancia de los fabricantes chinos para la minería. La fuga de capitales. El uso de la tecnología blockchain. La prohibición de Bitcoin. El pronto lanzamiento del yuan digital. Ese es un mundo complejo, entrelazado e influyente. Sin embargo, no contamos con mucha información. No sabemos mucho en detalle. Pero sabemos que en China todo es grande. En el 2021, todo estaría siendo grande. Grandes prohibiciones. Grandes evasiones. Gran influencia. Grandes incógnitas.