Se estima que aproximadamente 8% del producto interno bruto mundial es dinero sucio. Los paraísos fiscales reciben cada vez más de este dinero negro que asciende a más de 7 billones de dólares (esto es 7 millones de millones). Este monto es 5 veces superior al PIB de un país como España. A pesar de los esfuerzos por solucionar el problema del lavado de dinero, las autoridades no han podido frenar esta actividad. Existen leyes, pero los criminales siempre están un paso adelante. El ciudadano común es el que termina pagando los platos rotos, porque las leyes para impedir el lavado de dinero tienden a ser contraproducentes y afectan principalmente al inocente. El dinero negro yace en gran medida en territorios offshore como las Islas Caimán, las Islas Vírgenes, Isla de Man y países como Suiza, Estonia y Luxemburgo. Sin embargo, los críticos de Bitcoin vinculan a los criptos con actividades ilícitas sin mencionar que los verdaderos peces gordos son, en realidad, los grandes bancos. Bitcoin simplemente es un objetivo más fácil de atacar. Lavado de dinero con Bitcoin: ¿Ficción o realidad? ¿Cómo funciona realmente el gran negocio del dinero sucio?

En los años 20s, organizaciones criminales en los Estados Unidos crearon cadenas de lavanderías como frentes para esconder el dinero que obtenían de actividades ilegales. En esas lavanderías, el dinero se reportaban en los libros como ganancias del negocio legítimo, pero en realidad ese dinero era fruto del crimen. He ahí el origen del término. El término “lavado de dinero” es relativamente nuevo, pero la actividad como tal no lo es. Los usureros medievales eran expertos en evadir las prohibiciones con técnicas sumamente ingeniosas y los piratas siempre volvían locos a los gobiernos con sus artimañas. Las autoridades siempre han buscado asfixiar a los criminales censurado su dinero, porque este método indirecto a veces brinda mayores resultados que los métodos más directos. Es que probar la culpabilidad de un crimen no es tan fácil. Se puede identificar el pecado sin dificultad, pero encontrar las pruebas para condenar al pecador es mucho más difícil. Escribir leyes es sencillo, pero su implementación no lo es. Es un asunto de capacidad y no de voluntad. La torpeza de los gobiernos en estos menesteres probablemente se debe a la brecha entre las leyes que se escriben y la poca capacidad de reforzarlas. 

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Sin embargo, los legisladores no pueden dejar de caer en la tentación de escribir leyes ilusas y contraproducentes. En cierto sentido, las leyes son las que crean a las criminales. En muchos casos, son los justos los que pagan las consecuencias de las leyes inadecuadas, porque los criminales siempre encuentran una manera ingeniosa de seguir con sus fechorías. El exceso de leyes casi siempre conlleva al fracaso de la ley y al éxito del crimen. Parece un contrasentido, pero los hechos hablan por sí solos. El exceso de regulación es tan dañino como la ausencia total de regulación. La solución no está entre regulación y no regulación. La respuesta es una regulación inteligente y adecuada. Debe hacerse un diagnóstico adecuado y deben tomarse medidas realistas. 

¿Cómo funciona el lavado de dinero? Bueno, es una operación muy simple en realidad. El dinero proveniente de un delito no se puede declarar como tal ante la hacienda pública porque esto significa la confesión del delito. Entonces, se miente y se mezcla. Los criminales actúan con nombres falsos, en anonimato o por medio de cómplices. Eso rompe el vínculo entre el dinero y ellos. Luego, se compra o vende otros activos para despistar. Eso puede tomar muchas formas. Se puede comprar un bien para después venderlo. O se pueden colocar los bienes en un lugar donde no se hagan muchas preguntas. Es un juego de disfraces y escondidas. 

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En el caso de Bitcoin, es similar. Se crea una billetera anónima, comúnmente usando un VPN. Después se realiza algún tipo de transacción, pero se mezcla con otras transacciones para esconder el origen y el destino. Claro que esta práctica no es propia de Bitcoin. Se lava dinero de mil maneras. Las personas lavan dinero usando oro, diamantes, bienes raíces, arte, dinero en efectivo, tarjetas de regalo, y un millón de cosas más. Sin embargo, el blanqueo a gran escala ocurre en los bancos, sobre todo en los bancos ubicados en territorios con jurisdicciones especiales. Ahí están los grandes ligas del lavado de dinero. ¿Cuáles son? Esta es la lista por orden de importancia: Suiza, Hong Kong, Singapur, Estados Unidos, Isla de Man y del Canal, Emiratos Árabes Unidos, Luxemburgo, el Reino Unido, Mónaco y Bahréin. Sin embargo, hay más. Lituania, Panamá, Estonia e Irlanda también están en esta lista que cada vez es más grande. Las grandes fortunas se refugian en estos lugares para lavar dinero y para también evadir impuestos. Los bancos en estos lugares garantizan confidencialidad. Para los países anfitriones es un negocio redondo y significa ingresos muy importantes. 

Uno podría asumir que estos países y territorios offshore son los grandes villanos de la historia. Es más, los medios y las organizaciones internacionales alientan esta narrativa. Siempre se promueve una reforma radical de la lucha contra el lavado de dinero y la evasión de impuestos. Se culpa a la falta de supervisión global y la fragmentación regulatoria de este problema. Sin embargo, esta moneda tiene dos lados. Existe otro argumento. También es cierto que los países tienen el derecho en competir entre sí para captar capitales ofreciendo mejores condiciones. Una corporación podría dejar a un país con muchas restricciones e impuestos por otro que ofrezca un ambiente mucho más favorable. Esto estimularía a los gobiernos a ser más eficientes. Si un gobierno impone muchas trabas a sus ciudadanos, es natural que los ciudadanos decidan mudarse a lugares con gobiernos más abiertos y flexibles. El caso del exchange Binance es particularmente interesante. Comenzó en China, pero para seguir operando tuvo que salir de ahí. Ahora tiene su sede en Malta, porque en ese país encontró mejores condiciones. ¿Es Malta un villano y China la víctima? No lo creo. Malta está actuando con mucha inteligencia. Y China está espantando a las compañías blockchain con sus prohibiciones.  

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La regulación es necesaria para proteger a los consumidores de las estafas. Pero es perjudicial cuando los gobiernos crean regulaciones que arrinconan a los consumidores invadiendo su privacidad, colocando obstáculos e imponiendo límites innecesarios. El problema de ratas no se soluciona quemando la iglesia. El escándalo del Danske Bank está en el centro de una serie de debates que se están dando en el seno del parlamento europeo. Este es el caso del banco danés que supuestamente permitió que su sucursal en Estonia moviera unos 200 mil millones de euros con orígenes sospechosos. Con toda seguridad, una reforma es necesaria, pero es importante tomar en cuenta que el problema no se soluciona imponiendo más restricciones al ciudadano común. Es igualmente importante tocar el tema del excesivo control de algunos países que estimulan la fuga de capitales con sus leyes. Una regulación sensata limita los mercados negros. Por otro lado, una regulación insensata impulsa estos tipos de mercados. Si el diagnóstico del problema no es el correcto, la enfermedad perdurará por siempre. En el parlamento se habla mucho de Estonia, pero poco se habla de Rusia y sus controles irracionales. Aquí mencionó a Rusia porque se sospecha que gran parte de estos fondos son rusos en procedencia.

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Bitcoin ha sido acusado de facilitar el lavado de dinero y la evasión de impuestos en muchas ocasiones. Ciertamente, esta actividad seguramente ocurre. Pero es absurdo pretender que es algo que sucede exclusivamente con Bitcoin. Esta vieja actividad sucede con todo lo que tenga valor. Lavar dinero con Bitcoin funciona del mismo modo que funciona con las otras maneras que existen. Bitcoin no tiene en realidad nada especial en este asunto. La regulación es necesaria, pero esta no debe frenar el progreso y la innovación.