En un mundo repleto de desconfianza y teorías de conspiración, la inflación se ha convertido en el nuevo Pie Grande. Las autoridades niegan su existencia. Pero se reportan avistamientos todo el tiempo. El problema es que estos “encuentros cercanos” no siempre gozan de credibilidad, porque son anécdotas contadas por individuos sesgados. Claro que aquí no estamos hablando de la inflación en general. Estamos hablando específicamente de la inflación en los Estados Unidos. Lo que resulta bastante relevante para todo el mundo debido a la importancia del dólar. Hablemos un poco del Nuevo Pie Grande ¿Por qué tanto enredo con el concepto de la inflación? 

Para efectos de este artículo, nos limitaremos a definir la inflación como un número formulado por la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos: El Índice de Precios al Consumidor (El IPC). Hay varios detalles dignos de mencionar sobre este indicador. En primer lugar, es bastante selectivo. En segundo lugar, es un promedio nacional. El indicador mide más de 12 categorías: Comida, ropa, hospedaje, salud, transporte, comunicaciones, entretenimiento, cultura, restaurante y hoteles, etc. Pero, normalmente, se excluyen artículos demasiado volátiles. Curiosamente, el sector energético, el sector alimentos y el sector bienes raíces no son incluidos en su totalidad. Por ejemplo, los alquileres tienen más peso que el precio de los inmuebles. 

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He aquí el problema de la anécdota personal como indicador de inflación. Imaginemos que un sujeto llamado Bob, residente de la ciudad de Nueva York, sale al mercado en busca de una vivienda. Es posible que encuentre incrementos sustanciales en el precio de los inmuebles. Lo más seguro es que busque residencias en “buenos lugares” y, al parecer, todo está por las nubes. Para colmo de males, el precio de la gasolina se disparó. Y en el supermercado todo parece estar más caro de la cuenta. Llega a su casa y en el noticiero dicen que la inflación es nula. ¡Mentira! Bob naturalmente se digna y ahí comienza la paranoia, porque, según él, él está viendo la inflación con sus propios ojos en todas partes

Obviamente, el problema de Bob es su muestra. Bob está buscando inmuebles en zonas cada vez más exclusivas. Su supermercado es una cadena que vende productos de lujo. Y la gasolina subió seguramente debido a un problema pasajero con el suministro en el Oriente Medio. La medición de Bob no mide su alquiler que tiene 3 años que no aumenta, no mide su ropa que tampoco ha aumentado, y no mide sus servicios que de hecho han bajado. La medición de Bob no mide la reducción de los precios de muchos artículos que por fabricarse en China ahora son mucho más baratos. Y no toma en cuenta los precios de los inmuebles fuera de Nueva York. ¿Cuál es el precio de los inmuebles en Louisville, Kentucky? 

Ahora bien, existe otro factor que amerita consideración. Supongamos por un momento que los precios se fueran en picada debido a una caída abrupta de la demanda. Digamos que un artículo que costaba 100 dólares llega a costar 50 dólares. Ahora supongamos que después de una gran campaña de promoción el precio de dicho artículo logra aumentar en un 50% en un año. Estamos hablando de una inflación del 50%, pero el precio del artículo de hecho logró alcanzar tan solo 75 dólares.  De pronto, leemos los titulares de la prensa: “El precio de las manzanas aumentan en un 50%. Los consumidores están al borde del pánico”. Salen los vendedores de manzanas diciendo que las manzanas en realidad están demasiadas baratas y aún el precio debería aumentar más. De pronto, nadie entiende y el público se abruma de confusión. 

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Toda esta confusión en torno a la inflación es normalmente explorada por los críticos de la administración de torno. Los conservadores y libertarios en Estados Unidos, en particular, siempre están hablando de la inflación en los Estados Unidos como si se tratara de Venezuela o Zimbabue. En el espacio cripto, repleto de libertarios, las alarmas de inflación son constantes. Pero estos gritos son gritos más dogmáticos que económicos. Se alerta sobre la inflación todo el tiempo. Incluso, en periodos de deflación, se dice que hay inflación. Muchos, incluso, han usado el término “hiperinflación” para crear un efecto dramático de la situación. Hiperinflación, por cierto, es cuando se registra una inflación mensual superior del 50%. 

Ahora bien, en estos momentos en particular las alertas de inflación son legítimas. En la actualidad, sí se están registrando incrementos significativos de los precios. Por primera vez, desde el comienzo de esta crisis, estamos viendo una inflación superior a la anticipada. Muchos en el mundo corporativo han expresado su preocupación (legítima) en torno a esto.  Warren Buffett, por ejemplo, es uno de ellos, pero no está solo. De hecho, la lista es larga. El índice de precios al consumidor (IPC) de marzo, por ejemplo, obtuvo un incremento de 0,6% dejando la inflación interanual en 2,6%. Esta es una tasa todavía conservadora, pero bastante elevada si consideramos el promedio anual de los últimos años: 2%. 

La inflación no es mala para los deudores. Pero sí perjudica a los acreedores, los ingresos corporativos y el bolsillo de la fuerza laboral asalariada. En el fondo, nadie quiere ver un disparo de la inflación. Sin embargo, la Reserva Federal ha manifestado en reiteradas ocasiones que está dispuesta a tolerar una inflación por encima de sus objetivos tradicionales para impulsar la creación de empleos. Más allá de eso, nos advierten que esta “alta inflación” actual es transitoria. ¿Por qué transitoria? Según varios estudios, la inflación actual yace principalmente en el sector energía, alimentos, y materias primas. Indagando un poco más, al parecer, el aumento de precios en estos rubros no son producto de un aumento de la demanda, sino fallas del suministro. La escasez de acero, cobre y otras materias primeras están más relacionadas con las fallas de producción y distribución de dichos rubros que con la política monetaria de la Reserva. Estas fallas están por solventarse, pero se requiere tiempo. 

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Ahora bien, ¿cuál es el problema con la inflación? O sea, ¿por qué es un problema? Aquí estoy pensando como inversor. No como ideológico antisistema o reformista monetario. Únicamente como inversor que se preocupa por sus inversiones. En términos generales, la inflación no es el peor de los problemas para los dueños de activos. Se supone que la mayoría de los inversores cuentan con un portafolio compuesto principalmente de activos. Pero la inflación puede ser perjudicial para los activos, si afecta la política monetaria de la Reserva Federal. Claro que la inflación también afecta la contabilidad de las corporaciones. Pero lo principal son sus efectos en la política monetaria. 

Si la inflación se sale de control, la Reserva Federal no tendrá más opción que retirar liquidez del sistema para restaurar la estabilidad. En este proceso, el dinero subiría de valor y el precio de los activos se perjudicarían. En otras palabras, si la Fed aumenta las tasas de interés y comienza a vender bonos, un crash financiero sería inevitable. Es decir, Wall Street y Bitcoin caerían en picada. En el mundo financiero, la inflación es preocupante, porque perjudica las inversiones. Esta es una óptica muy distinta a la óptica de los radicales antisistema. Muchos radicales desean ver una inflación desbordada para demostrar las fallas del sistema. Pero, en lo personal, mi objetivo es otro. Yo prefiero ver un boom financiero más prolongado, para que el precio de Bitcoin siga aumentando.