El Banco Central del Uruguay (BCU) resolvió un incremento de 25 puntos básicos en la tasa de política monetaria, llevándola de 9% a 9,25%. Esta decisión marca un giro hacia una postura más contractiva en la política monetaria del país, con el objetivo explícito de alinear la inflación y sus expectativas hacia la meta establecida del 4,5% anual, así lo informó la entidad a través de su página oficial.

La medida fue adoptada en un contexto en el que la inflación interanual, correspondiente al mes de marzo, se ubicó en 5,67%. Aunque este valor continúa dentro del rango de tolerancia establecido por la autoridad monetaria entre 3% y 6%, preocupa el hecho de que las expectativas de inflación a dos años vista se mantengan próximas al techo de ese rango, sin mostrar señales claras de un descenso sostenido.

Con esta decisión, el BCU busca reforzar su señal de compromiso con la estabilidad de precios. El paso a una fase contractiva implica que la tasa de interés comienza a ejercer una mayor presión restrictiva sobre la economía. Es decir, se encarece el costo del crédito y se desincentiva el consumo y la inversión, lo que tiende a moderar la demanda agregada y, con ello, a contener las presiones inflacionarias.

Desde el punto de vista técnico, el incremento en la tasa de referencia representa una herramienta central en la estrategia del BCU para influir sobre las condiciones monetarias y financieras del país. Al subir la tasa, también se espera un impacto sobre otras tasas del mercado, como las tasas de los préstamos bancarios y de los depósitos, con efectos indirectos sobre la actividad económica y las decisiones de los agentes.

A nivel internacional, el comunicado del Comité de Política Monetaria (Copom) del BCU menciona una serie de factores que añaden complejidad al panorama económico. Entre ellos, destaca la reciente adopción de medidas arancelarias por parte de algunas economías relevantes, lo que ha generado un incremento en la incertidumbre global y ha elevado los riesgos de una desaceleración en el comercio y la actividad económica mundial.

Sin embargo, el Copom también señaló que estas condiciones podrían, en cierta medida, favorecer el proceso de desinflación, al menos en el corto plazo. Esto podría suceder si se consolida la tendencia a la baja en los precios internacionales de materias primas, una variable clave para países como Uruguay, cuyas economías están significativamente influenciadas por el comercio exterior.

La decisión del BCU fue adoptada por unanimidad por su Directorio, lo que refleja un consenso interno sobre la necesidad de actuar ante la persistencia de expectativas inflacionarias elevadas. El comunicado enfatizó que la autoridad monetaria continuará monitoreando en tiempo real la evolución de las variables macroeconómicas, tanto a nivel local como regional e internacional.

Cabe recordar que la política monetaria cumple un papel central en la conducción de la economía, ya que a través de sus decisiones el Banco Central busca garantizar condiciones de estabilidad que promuevan un crecimiento sostenible. 

En este sentido, la consolidación de una inflación baja y predecible es uno de los pilares fundamentales para preservar el poder adquisitivo de la moneda, generar confianza entre los agentes económicos y fomentar el desarrollo de inversiones de largo plazo.

Indicaron desde el BCU que estarán atentos a nuevas señales del entorno macroeconómico y no se descartan ajustes adicionales en la tasa si la dinámica inflacionaria o sus expectativas así lo requieren. En particular, el seguimiento de indicadores como la evolución del consumo, la actividad económica y los precios internacionales será determinante para futuras decisiones.

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