Voy a usar una frase que me gusta mucho: “Cuando hay santos nuevos, los viejos no hacen milagros”. Esta frase me parece muy apropiada para describir lo que está pasando en el mercado de los fondos cotizados de Bitcoin (ETFs). Como sabrán, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) aprobó el lanzamiento de varios ETFs de Bitcoin al contado, lo que supuso un hito histórico para el ecosistema cripto.
Sin embargo, esta decisión regulatoria ha tenido un impacto adverso en el Grayscale Bitcoin Trust (GBTC), que es el fondo de inversión en Bitcoin más antiguo y el más grande del mundo. La salida masiva de inversores que buscaban mejores oportunidades en los nuevos ETF ha provocado una fuerte presión de venta sobre el GBTC, lo que ha afectado negativamente al precio de Bitcoin.
Estas ventas se deben a varios factores, entre los que se destacan:
La competencia de los otros ETFs, que ofrecen comisiones más bajas, mayor liquidez y mayor transparencia.
La caída del precio de Bitcoin, que ha bajado, debido a la incertidumbre regulatoria, la presión de venta, la falta de demanda y la especulación.
La desconfianza de los inversores, que temen que el GBTC pierda su liderazgo y su relevancia en el mercado de los ETFs de Bitcoin.
Ante esta situación, dos gigantes de la gestión de activos, BlackRock y Fidelity, han visto una oportunidad de oro para aprovecharse de la debilidad del GBTC. Estas dos empresas han sido las que más han captado flujos de entrada hacia sus ETFs de Bitcoin.
“El ganador se lo lleva todo”. Esto significa que quien gana, se queda con todo. Así pasa en los deportes, en los negocios y hasta en el amor. En la economía, esto quiere decir que las empresas grandes se hacen más grandes. ¿Por qué? Porque tienen muchas ventajas: pueden producir más y más barato, tienen más clientes y más fama, y pueden bloquear a sus competidores. Así, las empresas grandes se quedan con todo el mercado y todo el dinero. Y las empresas pequeñas, se quedan con las migajas.
¿Qué buscan BlackRock y Fidelity con esta estrategia? ¿Qué beneficios pueden obtener? ¿Qué riesgos corren?
BlackRock y Fidelity son dos gigantes que dominan el mundo de las inversiones. Con sus enormes recursos y su prestigio, pueden ofrecer a sus clientes una variedad de productos financieros, entre los que se encuentran los fondos cotizados en bolsa (ETF) de Bitcoin. Estos ETF son vehículos que permiten invertir en la criptomoneda más popular sin tener que comprarla, almacenarla o custodiarla directamente. Así, los inversores pueden aprovechar las ventajas de Bitcoin, como su potencial de crecimiento y su diversificación, sin asumir los riesgos asociados a su seguridad o su regulación.
Los ETF de Bitcoin son una innovación reciente en el mercado estadounidense, que se ha demorado en aprobarlos por parte de la Comisión de Valores y Bolsa (SEC). Sin embargo, una vez que se ha dado luz verde a estos productos, BlackRock y Fidelity han sido de los primeros en lanzarlos, aprovechando su experiencia, su reputación y su influencia. Al hacerlo, han atraído a una gran cantidad de inversores que buscaban una forma sencilla, cómoda y confiable de acceder al mundo de las criptomonedas.
Pero no todos están contentos con el éxito de los ETF de Bitcoin de BlackRock y Fidelity. Hay un competidor que ha visto cómo sus clientes se le escapaban: el Grayscale Bitcoin Trust (GBTC). Este fondo, que se creó en 2013, fue el pionero en ofrecer exposición a Bitcoin a través de un instrumento cotizado en bolsa. Durante años, fue la única opción para los inversores que querían invertir en Bitcoin sin complicaciones. Sin embargo, el GBTC tiene algunas desventajas que lo hacen menos atractivo que los ETF. Por ejemplo, cobra una comisión de gestión relativamente alta en comparación a las que cobra los nuevos ETF. Además, el GBTC suele cotizar con una prima o un descuento respecto al valor de mercado de Bitcoin, lo que implica una distorsión en el precio y una posible pérdida de valor para los inversores.
Estos factores han hecho que muchos inversores hayan decidido abandonar el GBTC y optar por los ETF de Bitcoin de BlackRock y Fidelity, que ofrecen una mayor eficiencia, transparencia y liquidez. Esto se ha traducido en una salida masiva de fondos del GBTC, que ha perdido miles de millones de dólares en activos bajo gestión. Así, el GBTC ha pasado de ser el líder indiscutible del mercado a ser un actor secundario, superado por los nuevos ETF.
Esta es la historia de cómo dos gigantes se han hecho con el control del mercado de Bitcoin, dejando atrás a un rival que no supo adaptarse a los cambios. Es la historia de cómo BlackRock y Fidelity se lo han llevado todo.
Para finalizar, podemos decir que BlackRock y Fidelity han sabido aprovechar la oportunidad que les ha brindado la aprobación de los ETF de Bitcoin por parte de la SEC. Estas dos gestoras de activos han lanzado sus propios ETF, que ofrecen una forma más eficiente y transparente de invertir en la criptomoneda líder. Esto les ha permitido captar a muchos inversores que antes confiaban en el GBTC, que ha visto cómo su valor y su participación de mercado se han reducido drásticamente. Por esta razón, es importante que los inversores que quieran invertir en Bitcoin estén al tanto de las novedades que se produzcan en el mercado, y que evalúen con cuidado y objetividad las ventajas y desventajas de cada opción. Así, podrán elegir la que mejor se adapte a sus necesidades y expectativas, ya sea el GBTC, los ETF de BlackRock y Fidelity, o los otros ETF de Bitcoin que existen o que puedan surgir en el futuro.
Este artículo es un llamado a la reflexión, y no pretende ser un consejo de inversión. Cada inversor debe hacer su propia investigación y tomar sus propias decisiones. Bueno, espero que este artículo les haya sido útil e interesante.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.