Cuando las personas deciden tomar sus ahorros para invertir en algo, esto se hace con la intención de ganar más dinero. O sea, el objetivo es crecer financieramente. Es decir, en el futuro, se quiere tener más dinero gracias de las inversiones hechas. Entonces, el optimismo es esencial para los inversores. Se debe creer que el mañana será mejor. Porque el pesimista no invierte. El pesimista ahorra.

Invertir significa poner tu dinero a trabajar para ti, en lugar de que tú trabajes para el dinero. Invertir significa apostar por una idea, un proyecto, una empresa o un sector que crees que tendrá éxito en el futuro. Invertir significa tener una visión optimista del mañana, y no dejarte llevar por el pesimismo del hoy.

Pero invertir no es tan fácil como parece. Requiere conocimiento, paciencia, disciplina y, sobre todo, sensatez. Porque invertir también implica asumir riesgos, enfrentar incertidumbres, lidiar con imprevistos y aceptar pérdidas.

Si piensas que todo va a salir bien, que el futuro es brillante y que nada puede salir mal, si te emocionas con cada subida de precio de tu criptomoneda favorita y gritas “¡A la luna!” en todos los foros, si te enfadas con cualquiera que ose cuestionar tu fe ciega en tu inversión y lo tachas de bajista, envidioso o ignorante, entonces quizás seas un optimista iluso.

El optimismo iluso es una actitud irracional que consiste en negar la realidad, ignorar los riesgos y confiar en que todo saldrá como uno quiere, sin tener en cuenta las evidencias, los datos o las probabilidades. Es una forma de autoengaño que puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental, nuestras relaciones y nuestro bolsillo.

No confundas el optimismo iluso con el optimismo sano. El optimismo sano es una actitud positiva que nos ayuda a afrontar los desafíos, a buscar soluciones y a aprender de los errores. El optimista sano es consciente de los riesgos, pero no se deja paralizar por el miedo. El optimista sano es flexible, adaptable y realista.

El mercado cripto está lleno de personajes que se dejan llevar por el fanatismo, la codicia y la ilusión. No caigas en la trampa de creer que tu inversión es infalible, que nunca va a bajar o que va a cambiar el mundo. Sé crítico, informado y prudente. Y recuerda: no hay nada más peligroso que un optimista iluso.

Como inversores, tenemos que tener las cosas claras: queremos ganar dinero. Y para ganar dinero, tenemos que comprar barato y vender caro. Pero, ¿cómo sabemos cuándo algo está barato o caro? ¿Cómo podemos predecir el futuro? La respuesta es que no podemos. Pero podemos usar nuestro sentido común.

El sentido común nos dice que tenemos que hacer una valoración de lo que compramos, basada en datos, análisis y criterios objetivos. No podemos dejarnos llevar por las modas, los rumores o las emociones. No podemos pensar que algo va a subir siempre, o que va a cambiar el mundo, solo porque nos gusta o porque lo dice alguien en internet.

El sentido común nos dice que tenemos que hacer una pregunta clave: ¿la demanda de mañana será mayor que la demanda de hoy? Y tenemos que justificar nuestra respuesta con argumentos sólidos. No vale decir que la gente se dará cuenta de que Bitcoin es maravilloso y que el fiat es basura. Eso es una opinión, no un hecho. Tenemos que tener en cuenta factores como la tendencia, la demografía, la liquidez, la regulación, la tolerancia al riesgo y la infraestructura.

El sentido común nos dice que tenemos que ser prudentes, diversificar y no arriesgar más de lo que podemos perder. No podemos apostar todo a una sola carta, ni creer que somos más listos que el mercado. El mercado es impredecible, y a veces cruel.

Ahora bien, en la mayoría de los casos, los mercados se comportan según sus propias expectativas. Aunque el optimismo sea irracional, si provoca que haya más compradores, el precio sube. Y cada vez que sube, el mercado se siente validado. Y esa “evidencia” le hace pensar que su optimismo no era tan iluso. Al fin y al cabo, se hicieron realidad sus predicciones. Así, el mercado se va envolviendo en su propio delirio. Y llega un momento de euforia, donde todo parece posible, no hay límites, y se cree que el precio seguirá subiendo eternamente.

La “exuberancia irracional” es cuando los inversores se vuelven locos y pagan más de lo que vale algo, solo porque creen que va a subir más. Es como si alguien te vendiera una flor por mil euros, y tú la compraras pensando que al día siguiente te la podrían comprar por dos mil. Y así sucesivamente, hasta que nadie quiere comprarla y se marchita.

El que inventó este término fue Alan Greenspan, exdirector de la Reserva Federal de los Estados Unidos en los años 90s. Él se dio cuenta de que la gente, en aquel entonces, estaba comprando acciones como si fueran caramelos, sin importarles si las empresas eran buenas o malas. Y les advirtió que eso no podía durar para siempre, que algún día se iban a dar un batacazo.

La exuberancia irracional puede tener muchas causas, como el optimismo, la especulación o la ignorancia. Pero siempre tiene el mismo resultado: una burbuja que explota y deja a muchos arruinados. Esto ha pasado muchas veces en la historia, con flores, con trenes, con internet y con otras cosas.

La exuberancia irracional es difícil de evitar, porque a todos nos gusta ganar dinero fácil. Pero hay que tener cuidado, porque el mercado es engañoso. No hay que dejarse llevar por la emoción, sino por la razón. Y recordar que lo que sube, baja.

El optimismo iluso es como una droga que te hace sentir bien, pero que tiene efectos secundarios. Te hace creer que todo va a salir como tú quieres, que el mercado solo sube y que puedes llegar al infinito. Pero la realidad es otra. El dinero se acaba, el mercado baja y tú te quedas con cara de tonto. Entonces te das cuenta de que tu optimismo era una ilusión, que te habías engañado a ti mismo y que has perdido mucho. Es un golpe duro, que te hace entrar en pánico y querer vender todo. Así es como se produce la gran caída, que arrastra a muchos. Por eso, hay que tener cuidado con el optimismo iluso. No es bueno pasarse de la raya.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.